En muchos medios se dice que el director necesitaba ser participe del momento económico en el que vivimos. Antes ya lo había hecho en 1986 anticipándose a la crisis que estos últimos años nos acompaña. Pero en mi opinión, no consigue acercar las razones de la crisis al público y el público no somos capaces de entender muchas de las reflexiones que se nos hacen desde la pantalla. Lejos queda el Oliver Stone reivindicativo. Eso sí, ahora tenemos a un Oliver Stone más contemplativo e interesado en hacer cameos demaisado largos.
PAN
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